El siguiente post fue escrito con la ayuda inestimable de un amigo, Milton Vieyra.
Cuando conozco a una persona le hago una pregunta simpática y profunda para romper el hielo.
¿Qué querés ser cuándo seas grande?
Quizá los más castigados por esta pregunta a lo largo de la historia sean los niños de 5 a 10 años, pero… ¿qué efecto produce cuando se hace la misma pregunta a una persona de 20, 25 o 30 años? Lo primero que me responden es "Ya soy grande" ¿Acaso existe alguna edad para dejar de soñar lo que uno quiere ser?
Pienso en esta pregunta como una forma de expresar cuál es tu sueño y qué querés llegar a ser. Parece más sencilla de responder cuando somos pequeños, porque en nuestro mundo todo es posible. No existen fracasos, caídas ni heridas. No hay personas que se dediquen a criticar lo que hacemos, lo que somos o lo que queremos ser.
A medida que crecemos nos resignamos a ser lo que otros quieren que seamos o dejamos que la vida nos vaya llevando. Elegimos una carrera porque "tenía salida laboral" o "mis viejos querían que estudie esto" y no porque nos gusta y es lo que de verdad queremos ser. Finalmente, si la vida nos sonríe, terminamos una carrera que no nos gusta y entramos a un flamante trabajo de 8 horas al día. Todo salió de acuerdo al plan. Un plan equivocado.
La buena noticia es esta: nunca es tarde para soñar lo que queremos ser. No dejes que la edad te detenga. Tampoco los fracasos ni las heridas. Todo lo que queremos ser empieza con un sueño. Si no soñamos, ¿como empezamos?
Adelante. Es momento de replantear objetivos. Comienza la empresa que proyectaste. Estudia la carrera que siempre te gustó. Escribe ese libro que tienes en mente. Pinta, canta, escribe, viaja, construye, aprende. No se venció el plazo para soñar lo que querés ser cuando seas grande. Nunca se vence.