Cuando empiezan estos días de sol y de calor (un changüí de lo que será la primavera) me acuerdo por qué es que tomamos nuevas fuerzas hasta fin de año.
No es lo mismo despertarse (los que se despierten temprano) y congelarse hasta el último rincón de piel expuesta al aire que vestirse con lo que a uno le gusta, estar cómodo y no tener que preocuparse por llevar encima kilos de más en abrigo hasta el trabajo.
Además uno empieza a salir un poco de su casa. No es que antes no salía, sino que sale a disfrutar al aire libre. Yo suelo en primavera irme cada tanto a la costanera, plazas o cualquier lugar verde con amigos y disfrutar un tiempo de relax.
Algunos, dependiendo el nivel de stress acumulado en estos 8 meses, ya comienzan a planear sus vacaciones. Los más disciplinados ya empiezan a ahorrar y los más planificadores ya están haciendo las reservas.
Asi es como funcionan estos días, en los que uno tiene un sentimiento ambigüo de por un lado no dar más con la vida, y por el otro, disfrutar lo lindo que esta poniendose todo y pensando que ya vendrán días mejores.
Por último, en estos días me gusta mucho ver fotos de mis vacaciones anteriores, para recordar lo bien que la pasé y que al final los días lindos, por suerte para mí, todavía son muchos más que los días feos que viví.
Te comparto una foto de mis últimas vacaciones con mis hermanos, los tres solitos, escalando un cerro bastante alto (Cerro la Mona). Desde arriba tomamos esta foto que es una de mis favoritas.
